Vivir en un cuerpo de mujer es una experiencia llena de misterios. La diversidad de experiencias del ser que nos ofrece lo erótico, lo maternal y lo creativo laboral, son vivencias que la naturaleza brinda y nos invita a descubrir y explorar.
¿Qué ocurre con los cuerpos? Sabemos que desde los orígenes de la humanidad los genitales han sido y son, lugares que generan controversias, invitan al misterio y silencian los deseos. Grandes pensadores científicos y psicoanalistas se han ocupado del tema de las comparaciones entre genitales de varones y mujeres.
Lacan dice: “(…) una ausencia allí donde en otros casos hay un símbolo muy destacado”, o como diría Aristóteles: “Sólo el hombre dispone de suficiente energía para desarrollar partes sexuales completas.”
Desde la ciencia médica, Galeno se refería al genital femenino como un genital masculino “invertido” y hasta el mismísimo Freud se refirió al tema diciendo: “(…) coge un ser humano, es decir un hombre, se le quita el pene y así se obtiene una mujer.”
Suele ser desconcertante si nos ponemos a pensar el genital femenino en Occidente, en la vida cotidiana, la cultura, la medicina, los mitos, la literatura, el arte. Los muñecos varones tienen un sobresalto en su genital, las muñecas mujeres nada. Vulva y vagina son espacios del cuerpo no nombrados, “allá abajo” solemos escuchar. Cualquier ginecólogo podría hacer una lista interminable con los nombres con los que las mujeres nombran sus genitales y también esto se ve en la representación. Veamos qué ocurre al pedirle a una persona que dibuje una vulva y un pene.
Mithu Sanyal en su libro “Vulva, la revelación del sexo invisible”, realiza una detallada investigación sobre el tema e intenta reconstruir el significado cultural del genital femenino y hacer visibles los intentos históricos, sobre todo en Occidente, por ocultar la vulva y su representación en los cuerpos femeninos.
El clítoris, parte muy importante de la vulva, ha sido objeto de tremendas aberraciones, desde considerarlo un órgano que produce locura hasta intentar desaparecerlo a través de la mutilación.
Volviendo a nuestro tema, nadie duda acerca de las funciones y la localización de órganos como el útero o los ovarios, pero al hablar de Vulva o Vagina se despliega el misterio.
¿Vulva y Vagina, es lo mismo?
Vulva es la puerta de entrada del genital, formada por labios menores, clítoris, introito y glándulas accesorias. También allí desemboca la uretra de la vía urinaria y ofrece una zona extensa a ser descubierta en búsqueda de sensaciones eróticas, un espacio sagrado que trae consigo los disparadores que al ser explorados permitirán un mapeo sensorial personal y único de descubrimiento del placer genital; es el punto de partida del camino al orgasmo.
La Vagina, en cambio, ampliamente incorporada al lenguaje cotidiano, representa el espacio de comunicación entre la vulva y el útero, y que para la reproducción aloja al pene como una vaina a su sable. Matteo Colombo le da su nombre en el año 1599 haciendo referencia a “aquella parte en que la pica es introducida en su vaina”.
La Vagina, además, es un lugar del cuerpo de la mujer por el que escurre la sangre menstrual y participa activamente durante la fase de excitación ya que es partir de sus paredes que trasuda el líquido que la lubrica y se escurre por la vulva brindando sensación de humedad y lubricación durante la excitación sexual.
La vagina no tiene músculos propios, pero está rodeada de los músculos del periné que brindan sostén a los órganos internos y participan activamente en la respuesta orgásmica, facilitando además la penetración. También se pueden utilizar métodos anticonceptivos dentro de la vagina, como los diafragmas, preservativos femeninos y los anillos hormonales.
Al ser una zona con muy alta irrigación sanguínea, la vía vaginal es una vía óptima para la absorción de medicamentos. Además, es un espacio corporal muy cómodo y discreto para el uso de productos durante el sangrado menstrual como tampones y copas de siliconas.
Es por todo esto que invito a las mujeres a reconocer sus genitales, mirarlos, tocarlos, explorarse. Habilitar a las niñas desde pequeñas a reconocerse en su totalidad corporal, y así incorporar todas las sensaciones que luego le harán disfrutar del placer erótico sexual, y cuidar de la salud de sus cuerpos independientemente de la identidad o el rol de género que construyan.