El conflicto se manifiesta desde la ropa que les ponen a los niños hasta los juegos. La importancia de dar afecto y comprender. Aquí, una guía para acompañar en sus vivencias.
La identidad tiene que ver con cómo uno se percibe y se presenta ante el mundo. A veces esa vivencia individual no se condice con el género que fue otorgado al nacer. Es ahí cuando se habla de transgénero.
Este conflicto se puede manifestar desde la más temprana infancia de diferentes formas: la ropa que les ponen, el juego o los roles que deberían llevar adelante de acuerdo a los mandatos sociales. Esta molestia se refleja en los dibujos, en los juegos, o a veces en la reclusión o la negación de ir a la escuela para evitar el maltrato o las burlas.
No existe una sola manera de experimentar "este ruido" entre el cuerpo, las demandas sociales y la vivencia interna. "Hay muchas posibilidades de entrar en tensión con el género y no todas tienen que ver con la necesidad de transicionar hacia otro género. Entonces por eso es muy importante poder respetar lo que el otro expresa como deseo y necesidad", subraya Valeria Paván, coordinadora del área de salud de la Comunidad Homosexual Argentina (CHA).
A veces los chicos recurren directamente a la palabra para poder expresar lo que les ocurre: "Por ejemplo un varón biológico diciendo ´soy nena´ o conmigo se equivocaron no soy nene, yo soy nena, pero de manera coherente y sostenida en el tiempo", explica Adrián Helien, médico psiquiatra, sexólogo y coordinador del Grupo de Atención a Personas Transgénero (GAPET) del Hospital Durand. Es vital, por eso, prestar atención a cada una de estas manifestaciones. Y tener en cuenta, según destaca el especialista, que la experiencia transgénero en la niñez puede ser transitoria. "Sólo el 20 % de los niños que tienen estas vivencias llegan a ser adultos trans", subraya el especialista. De ahí la importancia de hacer un seguimiento de las inquietudes del niño en el trascurso del tiempo.
Hay otra estadística que también da que pensar. Según una encuesta del GAPET, el 67% de las personas adultas trans reconocieron haber sentido que su identidad de género no coincidía, con la que les había sido asignada, antes de los cinco años. Por su parte, Helien destacó que en los últimos 11 años cada vez son más jóvenes quienes se acercan a consultar. Mientras que en 2005 el promedio era de 35 años, ahora es de 18.
Gabriela Mansilla, mamá de la primera niña trans en el mundo en obtener un cambio de DNI a una edad tan temprana (fue en 2014, cuando tenía seis años), contó en el libro "Yo nena, yo princesa" el recorrido que hizo su hija, que nació como Manuel, hasta llegar a ser Luana. El título, justamente, nació de una de las frases que más repetía la nena para expresar su identidad de género. Dentro del texto incluyó los dibujos de esos primeros años. "Si una maestra ve que un chico de tres años dibuja durante todo un año nenas, muñecas y princesas algo está pasando", explica Mansilla.
Al comienzo fue difícil lograr que los especialistas que la atendieran se hicieran cargo de lo que estaba ocurriendo. Los terapeutas tiraban los dibujos y no daban cuenta de que, a la hora de jugar, su hija siempre elegía los juguetes usualmente vinculados con las nenas. Para evitar que los padres vivan situaciones similares, ella decidió incluir en el libro una suerte de guía con datos de contactos de diferentes entidades donde se puede recurrir a pedir acompañamiento y asesoramiento.
Gracias a la Ley 26.743 de Identidad de Género todo individuo tiene derecho a ser tratado como se autopercibe y también a llevar adelante los cambios que se crean necesarios para poder vivir plenamente esta decisión. Pero más allá de lo que la legislación establece, hay una instancia anterior, que no está regulada y que tiene que ver con la aceptación y el respeto. Algo que no siempre ocurre. "Hay una cultura que suele ver como un fenómeno lo que no está normatizado", sintetiza Paván. En una sociedad que busca entender el mundo dentro de la dicotomía hombre-varón puede resultar traumático expresarse como diferente. Y por lo general la primera institución donde los niños suelen ser excluidos y discriminados es en la propia familia.
Cómo ayudarlos
La respuesta está en el amor. Aunque parezca obvio o trillado es fundamental dar afecto. "Esto es de vital importancia, porque muchos padres cuando el niño/a no entra en las categorías normativas esperadas para varón/ mujer, les quitan el afecto, se enojan, los castigan. Esto es muy grave ya que puede afectar al niño/a en muchos aspectos: desde herir su estima hasta provocar problemas de salud. Hay estudios que hablan de, por ejemplo, que el riesgo de suicidio aumenta considerablemente en niños/ as con expresión trans que no fueron aceptados por sus padres", destaca Helien. "Nada peor que reprimir, castigar tales expresiones. Los niños no saben de las reglas rígidas que los adultos les imponemos", añade.
Es fundamental, a su vez, entender que el universo de posibilidades es eterno y buscar encasillarlo en pequeños compartimentos estancos es uno de los errores más habituales. La idea de que nena=rosa=muñeca o que nene=celeste=pelota es una sobresimplificación que resulta nociva. "Ser flexibles en esto es de gran ayuda. Luego también habría que hacer una intervención en la escuela, ya que esta institución también suele ser muy rígida en las asignaciones de género y los niños/as con expresiones trans suelen recibir acoso o bullying. Muchas veces tanto la familia como la escuela necesitan asesoramiento y acompañamiento de un equipo especializado", señala Heilen.
Por su parte, Paván coincide en la necesidad de trabajar en conjunto con los padres, psicólogos e instituciones. Ella coordina el programa de acompañamiento integral para personas trans que se lleva a cabo desde el CHA. En este marco, se hace un seguimiento en cada una de las instituciones a las que asisten los niños o adolescentes.
Claves
-Escuchar al chico.
-Respetar sus necesidades.
-Evitar sobresimplificar o apurarse en encasillarlo en uno u otro género. A veces todo es parte de un juego.
-Consultar con especialistas para que acompañen el proceso.
-Recurrir a instituciones como el CHA u hospitales como el Durand donde se ofrece asesoramiento para el menor y la familia.
Desiree Jaimovich| Infobae.com