En busca del deseo perdido. Pese a que hay cada vez más drogas para tratar disfunciones sexuales, los expertos mandan a las parejas a terapia y a mirar videos eróticos de a dos. Culpan a la falta de sueño, el estrés y la ansiedad.
Gisele Sousa Dias | Clarín
En los últimos 17 años, la FDA (la autoridad sanitaria que regula los medicamentos en Estados Unidos) aprobó 26 drogas para el tratamiento de las disfunciones sexuales masculinas, según la ONG Even The Score. En menos de dos semanas además, saldrá a la venta en ese país el llamado “Viagra femenino”, una pastilla rosa que ayudaría a tratar la falta de deseo sexual en las mujeres. Sin embargo, pese a que hay cada vez más drogas para tratar disfunciones sexuales, es cada vez más frecuente que un paciente entre al consultorio de un sexólogo con un problema sexual y salga con una indicación precisa: meditar para conectarse con el otro, experimentar con juguetes sexuales y mirar videos eróticos de a dos.
“Hay disfunciones en las que la medicación es necesaria. Pero hay muchas otras situaciones en las que la medicación no es la solución. Por ejemplo, tuve un paciente con problemas de erección que tomó Sildenafil (Viagra) y no le dio resultado. Ese paciente estaba muy fusionado a sus pensamientos negativos: pensaba ‘no voy a poder tener una erección’, ‘no voy a satisfacer a mi pareja’. Y en esos escenarios de tanto miedo y ansiedad, las drogas no funcionan”, dice Adrián Helien, psiquiatra y sexólogo del Hospital Durand.
Hay muchos enemigos del deseo sexual: la falta de horas de sueño, el estrés y la ansiedad, entre otros. En esos casos, la indicación médica es hacer terapias como Mindfulness, una técnica basada en la meditación que ayuda a conectarse con el presente para evitar que la mente quede rumiando cuestiones del pasado o imaginando problemas futuros. “Cuando la mente se engancha a esos pensamientos negativos –por ejemplo, ‘no voy a tener un orgasmo y voy a tener que fingir’–, lo vive como real y responde así, pero eso es una creación de su cabeza. Con Mindfulness o TAC (Terapia de aceptación y compromiso) aprenden a no quedar atrapados en esos pensamientos y a estar conectados con lo que está sucediendo en ese momento”.
En el país, la venta de drogas para las disfunciones sexuales bajó, al menos las que se venden bajo receta en farmacias. Según datos de la Confederación Farmacéutica Argentina (COFA), el año pasado se vendieron en farmacias 3.674.188 unidades, un 5% menos que el año anterior. “Empecé a evitar las citas porque estaba convencido de que yo podía tener una erección cuando estaba solo pero no cuando estaba con una chica. Compré la pastilla azul muchas veces, pero nada. Dejó de pasar cuando empecé con la meditación y entendí que no era un problema sexual sino de la cabeza”, cuenta Hernán B., de 34 años.
Otros enemigos del deseo son la pérdida de atracción por el otro, la falta de coincidencia en las fantasías, la falta de comunicación de los gustos y de flexibilidad para incorporar ideas nuevas a la cama. Helien sigue: “Hay parejas que manejan la sexualidad como a un electrodoméstico: apreto el botón 1, el 2, el 3 y listo. Eso no es un problema de erección o de deseo: alimentar la sexualidad siempre con el mismo guión hace que se agote. A esas parejas les puedo indicar que vayan a un sex- shop para que sean más flexibles y creativos”.
La sexóloga Martha Mejía, especializada en la Universidad de Barcelona, explica que los juguetes, además, sirven para tratar otras disfunciones. “Un dildo (consolador) puede ser muy útil para las pacientes con vaginismo (un espasmo involuntario de la musculatura de la vagina que imposibilita la penetración) o para la dispaurenia (coito doloroso). El dildo ayuda a disminuir de a poco el dolor y la contracción de los músculos vaginales. Las ‘bolas chinas’ –agrega– ayudan a fortalecer el piso pélvico y a tener orgasmos más intensos. Además, una vez que la mujer sabe contraer ese músculo, puede aportarle al hombre una sensación extra durante la penetración. También, los anillos para el pene permiten mantener una erección más firme y prolongada ya que se sostiene el flujo de sangre, inclusive puede retardar la eyaculación. Para la falta de deseo sirven todos los juguetes, incluyendo los disfraces y lubricantes”. Lo sabe Georgina M., que está casada desde hace 14 años y es madre de tres hijos: “No hace falta hacer un gran gasto. Yo compré una vela especial que cuando se derrite se puede pasar por el cuerpo y pasamos una noche increíble”.
Por último, ¿para qué mirar videos eróticos? En marzo, una investigación publicada en el Journal of Sexual Medicine mostró que quienes miraban más porno (más de 2 horas a la semana) tenían más deseo de tener sexo con sus parejas. “Mirar porno es muchas veces una indicación médica. El estímulo del porno permite ocupar la cabeza pero no con contenidos racionales, que son trabadores, sino con contenidos imaginarios, que estimulan las fantasías”, explica la psicóloga y sexóloga Adriana Arias. Erika Lust, directora de cine Indie erótico, cierra: “Creo que este tipo de cine es un motor de pasiones y sensaciones que se transforman en curiosidades. Se encuentran puntos en común que nunca se habían discutido o que no se sabía que existían. Y todo eso puede incentivar a la experimentación y a una mejora, no solo de la vida sexual sino de la relación como tal”.