
Culturalmente se planteaba que había solo dos formas de ser persona en el mundo: varón y mujer. Los mundos construidos a partir del dogma del rosa y el celeste. Solo se podía vivir en un extremo o en el otro. Esto está cambiando y continúa en proceso de renovación. Los seres humanos podemos estar en el amplio espectro que va de un extremo a otro, en cualquier punto intermedio entre varón- mujer, y aún fuera de estas categorías. Podemos además estar de acuerdo con el sexo que nos asignaron al nacer (cisgénero) o estar en desacuerdo (transgénero), siendo un aspecto humano perfectamente normal. La ciencia lo ha avalado y la ley argentina, pionera en el mundo, le dio un sustento legal.
No hay certeza acerca de cómo se conforma la identidad (ni cis, ni trans), sólo existen teorías, ninguna acreditada como válida por la ciencia actual. La teoría genética dice que la información de las diferentes identidades está inscripta en nuestros genes; la neurohormonal postula que existen cambios hormonales en la etapa fetal que darían diferentes estructuras cerebrales; la psicosocial apunta a las relaciones tempranas familiares. Finalmente, la teoría multifactorial postula que habría factores biológicos predisponentes que interactuarían con otros adquiridos después del nacimiento. Lo cierto es que existen niñxs que desde que adquieren el habla alrededor de los 2/3 años, ya expresan su disconformidad con el sexo asignado al nacer.
Las investigaciones disponibles a la fecha nos informan que, la mayoría de las personas transgénero, refieren que se dieron cuenta que no entraban en el casillero de varón o mujer que se les había asignado antes de los 10 años.
La niñez trans es una realidad negada y muchas veces ignorada por el sistema de salud y el educativo. ¿Hasta cuándo lo seguiremos haciendo sin medir sus consecuencias?
Ningún niñx debería perder su familia, su escuela, a sus amigxs de juego, ni debería ser víctima de violencia. Lamentablemente muchas veces sucede. Sólo por no cumplir con las expectativas de la división varón- mujer son estigmatizados y maltratados. Los niños con experiencia trans son obligados a entrar en un molde en el que no entran.
No se les permite elegir sus juguetes preferidos, limitando sus posibilidades de juego, desarrollo de habilidades y de integración. Por no hablar del castigo o rechazo de sus familiares cercanos. Esto tiene enormes consecuencias negativas para su salud. Un estudio de Caitlin Ryan de la Universidad de California nos dice que el rechazo familiar multiplica por ocho el riesgo de suicidio en niños y jóvenes homosexuales y transexuales.
Si escucháramos a nuestrxs niñxs y lxs miráramos a sus ojos, comprenderíamos que las limitaciones y prejuicios son nuestros. Ellos nos van a marcar el camino en materia de procesos de identidad. La identidad es un valor y un derecho humano básico. Sigamos aprendiendo y permitiendo que nuestros niñxs sean ellos.
La diversidad sexual somos todxs. No los otros. Trabajemos para extender la igualdad y las oportunidades para toda la familia humana.
Dr. Adrián Helien.
Coordinador del Grupo de Atención a Personas Transgénero (GAPET) del Hospital Durand
Autor del Libro Cuerpxs Equivocadxs. Hacia la comprensión de la diversidad sexual. Ed Paidós 2012.
Publicado por Viva.Clarín